jueves, junio 15, 2006

La vida secreta de las palabras


La vida secreta de las palabras es uno de los títulos más afortunados que conozco. Jano trajo el dvd de la película de España y nos reservamos una tarde de sábado para ella, una tarde algo oscura y lluviosa que le iba muy bien. En esta película de Isabel Coixet quizás haya más silencios que palabras, pero son estas últimas las que hacen posible sobrellevar la existencia de los dos protagonistas. Casi solos en una plataforma petrolera del Mar del Norte, un ingeniero convaleciente y una fortuita enfermera de un país del Este, construyen con mínimas palabras y diálogos ocasionales, un lugar para curarse. Culpas de la existencia casi banal del ingeniero, se ponen en la balanza de una mujer víctima de tortura en la ex Yugoslavia. Uno de los últimos parlamentos revela, en su retoricidad, la condición que todos guardamos frente al dolor inmenso de los demás: ella le dice algo así como "no podrás con mi dolor, te ahogarás en mis lágrimas" y él le responde: "aprenderé a nadar, lo prometo". La película no es pretenciosa, sólo quiere llegar a ese instante en el que todos estamos involucrados. ¿Qué hacer cuando el mundo vive execrables situaciones? ¿Cómo responder a estos heridos que no somos nosotros? Ante todo el dolor de esas víctimas que nos rodean y con las que mantenemos una "sana" distancia... Ante todas sus lágrimas habrá que aprender a nadar en ellas, con ellas, sin ahogarnos.

miércoles, junio 14, 2006

Match Point o de los crímenes de conciencia


¿Cuándo abandoné a Woody Allen? Creo que entre Hannah and her sisters y Crimes and Misdemeanors. Me había deslumbrado Manhattan, la vi en una muestra internacional de cine en una sala que sucumbió en el 85 y me declaré fan de este hombre enamorado de una ciudad, dado a los estrambóticos vaivenes de la vida en pareja, las infidelidades y los deseos. Dice Jorge Aguilar Mora que los novelistas tienen un solo tema y lo van deshilvanando en cada una de sus obras. Creo que Allen tiene un tema recurrente: la culpa. Casi siempre trabajada desde la pareja, la familia, los gremios. Pero no voy a hacer aquí el gran ensayo (ya quisiera yo) sobre la filmografía de Woody Allen. Más bien rescatar una escapada al cine que hicimos Jano y yo hace unos fines de semana.

Alguna vez Jano me dijo que éramos realmente cinéfilos, no sé si lo seamos en el estricto sentido, pero sí, los dos amamos el cine. Es algo que compartimos, uno de muchos lugares que tenemos para unir nuestras disímbolas vidas. Fuimos a ver Match Point producción de 2005 de Allen, a quien había abandonado un poco por inexplicables razones y otro poco porque hay que dejar descansar a nuestros favoritos y no darles muchas oportunidades de desilusionarnos. Match Point forma parte de la vertiente seria de Allen, algo que los norteamericanos clasifican como drama y que Hugo Argüelles llamaría pieza. Hay amores en discordia, intereses creados y un asesinato impune. Al final el mundo de un hombre arribista, ambicioso y hasta asesino, retorna al orden. Hay una correspondencia con Crimes and Misdemeanors, en otro tono, quizá, en otro tiempo. En Crimes, Martin Landau confiesa a Allen haber matado a la amante que amenzaba con terminar con su matrimonio sin haber sido descubierto. En Match Point el personaje principal asesina a una amante incómoda que también amenaza su matrimonio y status quo, no hay confesión, pero la culpa (lo sabemos los espectadores) producirá, en su vejez, la misma confesión de Martin Ladau. Si la más antigua película de Allen jugaba con el tono grave y el de comedia, Match Point es sobria en su retratar los abismos de algunas decisiones.

Aunque Jano y yo tengamos gustos cinematográficos muy distintos coincidimos, con honrosas excepciones, siempre en el veredicto. He recuperado mi lugar de fan de un director que dirige una vez por año (suerte que tiene) y que mantiene admirablemente (y sin efectos visuales de por medio) su propio estándar de calidad.