martes, agosto 29, 2006

La memoria de Obaba

Es curioso, Jano tiene muy claro que su país, España, está hecho más de diferencias que de unidad. Él es madrileño y sabe (como todos los españoles) que el "ser y estar" marcan desencuentros. A mí me llama la atención que los catalanes hagan de su territorio un estado y que dentro de ese mismo estado defiendan con pasión ser de Girona o ser de Tarragona. Ya tuve yo mis diferencias con un amigo al que le hice una imitación del acento catalán, cuando en realidad, para él, estaba haciendo una caricatura del acento de Girona y no de su provincia querida. Jano sólo tiene el castellano para defenderse de las malquerencias del resto de su país. En eso nos parecemos, aquí en México se tiene una pasión: odiar a los capitalinos, los chilangos. Así que él y yo compartimos esa incómoda etiqueta. Chilanga yo y Gato él, vimos este sábado Obaba, película de Montxo Armendáriz basada en la novela de Bernardo Arxaga Obabakoak, novela publicada en euskera y que se considera ya un clásico de literatura vasca y española. Montxo Armendáriz hizo la adaptación, tomando algunas historias de las muchas que conforman la novela fragmentaria de Arxaga. A Jano le gustó y es que por más que pesen los delicados temas del País Vasco, uno termina por rendirse a los relatos y a su belleza. Obaba es una película de memoria, de una que va hacia el pasado y de otra que quiere integrarse para dar continuidad a la vida de un pequeño pueblo vasco. Una cámara de video regula los cambios temporales, porque es a través de Lourdes (Bárbara Lennie) y su ejercicio escolar de artes visuales, que conocemos del pasado y del presente de Obaba. Quizá la dos historias que me parecen más entrañables sean la de la maestra enamorada de un alumno, unos años menor que ella, y la del hijo de un ingeniero alemán que se cartea con una chica en Hamburgo, que él cree revelada (con nombre y dirección) en un encuentro místico. Su padre sabe que el nombre corresponde a una cantante de ópera que él escucha en casa y mantiene la fantasía de su hijo, gracias a unos amigos en Alemania. Lourdes va reconstruyendo la memoria del pueblo para sí y termina integrando su vida al pueblo, quizá deslumbrada por la magia cotidiana que está encerrada en un pequeño lugar, perdido en la geografía española.

domingo, agosto 13, 2006

Títulos afortunados


Este sábado Jano y yo tuvimos una mañana de acción. Teníamos muchos planes, entre ellos ir con una querida amiga y su hijo de cinco años a pasear. Antes de emprender la aventura, la acompañamos a casa de su padre, Nayo, en San Ángel. Hacía años que no veía a Nayo, un pintor que ha escapado a las mafías y los corrillos intelectuales, y que mantiene su espíritu burlón a pesar de los años y los sinsabores. Ahí estuvimos más de lo planeado y salimos rumbo a Cuicuilco, con la lluvia pisándonos los talones. Lo que iba a ser un paseo campestre terminó siendo una comida deliciosa en un restaurante argentino, donde las primeras gotas amenazaban con caer. Jano y yo disfrutamos de la comida y de la conversación de Cloe. Comer en buena compañía es una delicia y un buen espíritu se extendió al resto de la tarde ya en casa. Solitos y a buen resguardo vimos Le Chignon d’Olga (algo así como El moño de Olga) una película francesa de 2002, dirigida por Jérôme Bronell. El título no dice absolutamente nada de la película, que fue traducida en México como La sensualidad de Olga, otro despiste para el espectador. En realidad se trata de una película que tiene poco que ver con la sensualidad y con Olga. Un padre (un escritor), su hija y su hijo (un pianista) viven el duelo de la madre, de la que poco se cuenta. Cada uno ha renunciado a lo que hacían antes de la pérdida. La historia se centra en Julien, el hijo,

domingo, julio 23, 2006

La justicia es una forma de venganza


Jano y yo, bien acompañados por dos extraordinarios amigos y una dotación de comida chatarra, vimos V for Vendetta el sábado por la noche. Ya la habíamos visto hace unos meses, pero si uno tiene algo que agradecer al DVD es la posibilidad de la repetición, y como toda repetición es siempre distinta, uno encuentra nuevos detalles, quizá nuevos defectos. La actuación de Hugo Weaving es impecable y Natalie Portman muestra sus posibilidades actorales, aunque prefiero su actuación en Closer. V for Vendetta, título original del comic de Alan Moore (1953) que le dio vida en 1981, retoma a un personaje histórico, Guy Fawkes que el 5 de noviembre de 1605 intentó volar el parlamento inglés en protesta por la represión a los católicos. V, personaje contemporáneo de esta historia toma la apariencia de Guy Fawkes, pero su postura política es más amplia: ante un hipotético mundo controlado por muy pocos, la gente ha sacrificado sus libertades a cambio de una vida cómoda, pero intolerante, represiva y censora. Alan Moore comenzó V de Vendeta en 1981 y la terminó en 1988, "después de cinco años de discontinuidad tras cancelarse la revista inglesa Warrior, su hogar inicial", dice Moore. Los hermanos Wachowsky (Matrix) , escribieron el guión cinematográfico y produjeron la saga para que el australiano James Mcteigue (asistente de dirección de innumerables películas, entre ellas la serie de Matrix) dirigiera su primer largometraje. El resultado no deja insatisfechos a los que buscan una película de acción, pero tal vez sí a los que hubiéramos querido ver desarrolladas líneas políticas en la cinta.

¿En qué términos deberíamos de plantear la justicia? Sobre todo en un tiempo como el nuestro en donde tenemos heridas recientes que no han sanado. Hablamos del Holocausto, de la Guerra Civil Española, de Vietnam, de La matanza de Tlatelolco, de la Guerra Sucia, por no hablar de las muy, muy recientes heridas. Cuando es necesario reconstruir sobre un pasado ominoso, se tiene que perdonar, pero ese perdón emana de la justicia. ¿Qué clase de justicia? La de V for Vendetta es una justicia vengadora y vengativa, pero tendríamos que preguntarnos si toda forma de justicia no es, a su vez, una forma de venganza. Observo en las formas de justicia contemporáneas el deseo (no siempre llevado a la práctica) de no sólo castigar al culpable (forma clásica) sino de restituir a la víctima sus derechos. Esta doble práctica se tendría que hacer en retrospectiva, para equilibrar el pasado y no cargar con sus deudas en el presente. No hay más que leer cualquier periódico del día.

Esta es una sola de las ideas que se abren a la lectura en V de Vendetta, las demás las dejo para otro día.


jueves, junio 15, 2006

La vida secreta de las palabras


La vida secreta de las palabras es uno de los títulos más afortunados que conozco. Jano trajo el dvd de la película de España y nos reservamos una tarde de sábado para ella, una tarde algo oscura y lluviosa que le iba muy bien. En esta película de Isabel Coixet quizás haya más silencios que palabras, pero son estas últimas las que hacen posible sobrellevar la existencia de los dos protagonistas. Casi solos en una plataforma petrolera del Mar del Norte, un ingeniero convaleciente y una fortuita enfermera de un país del Este, construyen con mínimas palabras y diálogos ocasionales, un lugar para curarse. Culpas de la existencia casi banal del ingeniero, se ponen en la balanza de una mujer víctima de tortura en la ex Yugoslavia. Uno de los últimos parlamentos revela, en su retoricidad, la condición que todos guardamos frente al dolor inmenso de los demás: ella le dice algo así como "no podrás con mi dolor, te ahogarás en mis lágrimas" y él le responde: "aprenderé a nadar, lo prometo". La película no es pretenciosa, sólo quiere llegar a ese instante en el que todos estamos involucrados. ¿Qué hacer cuando el mundo vive execrables situaciones? ¿Cómo responder a estos heridos que no somos nosotros? Ante todo el dolor de esas víctimas que nos rodean y con las que mantenemos una "sana" distancia... Ante todas sus lágrimas habrá que aprender a nadar en ellas, con ellas, sin ahogarnos.

miércoles, junio 14, 2006

Match Point o de los crímenes de conciencia


¿Cuándo abandoné a Woody Allen? Creo que entre Hannah and her sisters y Crimes and Misdemeanors. Me había deslumbrado Manhattan, la vi en una muestra internacional de cine en una sala que sucumbió en el 85 y me declaré fan de este hombre enamorado de una ciudad, dado a los estrambóticos vaivenes de la vida en pareja, las infidelidades y los deseos. Dice Jorge Aguilar Mora que los novelistas tienen un solo tema y lo van deshilvanando en cada una de sus obras. Creo que Allen tiene un tema recurrente: la culpa. Casi siempre trabajada desde la pareja, la familia, los gremios. Pero no voy a hacer aquí el gran ensayo (ya quisiera yo) sobre la filmografía de Woody Allen. Más bien rescatar una escapada al cine que hicimos Jano y yo hace unos fines de semana.

Alguna vez Jano me dijo que éramos realmente cinéfilos, no sé si lo seamos en el estricto sentido, pero sí, los dos amamos el cine. Es algo que compartimos, uno de muchos lugares que tenemos para unir nuestras disímbolas vidas. Fuimos a ver Match Point producción de 2005 de Allen, a quien había abandonado un poco por inexplicables razones y otro poco porque hay que dejar descansar a nuestros favoritos y no darles muchas oportunidades de desilusionarnos. Match Point forma parte de la vertiente seria de Allen, algo que los norteamericanos clasifican como drama y que Hugo Argüelles llamaría pieza. Hay amores en discordia, intereses creados y un asesinato impune. Al final el mundo de un hombre arribista, ambicioso y hasta asesino, retorna al orden. Hay una correspondencia con Crimes and Misdemeanors, en otro tono, quizá, en otro tiempo. En Crimes, Martin Landau confiesa a Allen haber matado a la amante que amenzaba con terminar con su matrimonio sin haber sido descubierto. En Match Point el personaje principal asesina a una amante incómoda que también amenaza su matrimonio y status quo, no hay confesión, pero la culpa (lo sabemos los espectadores) producirá, en su vejez, la misma confesión de Martin Ladau. Si la más antigua película de Allen jugaba con el tono grave y el de comedia, Match Point es sobria en su retratar los abismos de algunas decisiones.

Aunque Jano y yo tengamos gustos cinematográficos muy distintos coincidimos, con honrosas excepciones, siempre en el veredicto. He recuperado mi lugar de fan de un director que dirige una vez por año (suerte que tiene) y que mantiene admirablemente (y sin efectos visuales de por medio) su propio estándar de calidad.

domingo, abril 16, 2006

Salamina y sus soldados


Nos enviaron a Jano y a mí ya hace unos meses una dotación de dvds variopintos. Venía entre ellos Soldados de Salamina de David Trueba, una película estrenada en el 2003. En su momento la había dejado pasar por culpa de todas las cintas que me he zampado sobre la Guerra Civil Española. No dejó de sorprenderme este intento de Trueba de unir el presente y el pasado en la responsabilidad de recordar. La novela en que se basa la película había alcanzado el siempre incómodo lugar de "más vendido" (uno nunca sabe si ha alcanzado ese lugar por muy bueno o por muy malo). Vi la película los primeros días de enero, me dejó un buen sabor de boca y hasta hace unas semanas no me volvió a reververar la idea de escribir algo sobre la película y el libro. Compré la novela y la leí con un poco de desencanto. Me pareció que tenía sus momentos, pero que no lograba la unidad y la coherencia necesarias para considerarla notable. Un novelista siempre pone ante sus lectores una tesis y en el caso de Javier Cercas, ésta se diluye en frases que por alguna extraña razón no se sienten suyas. David Trueba, creo, hizo ajustes bastante interesantes a la historia. Volvió mujer al narrador y quitó la presencia del escritor chileno Roberto Bolaño, que aparece en el último capítulo de la novela de Cercas (haberlo puesto en la figura de un actor habría caricaturizado la película). Trueba asume la ficción ante un relato que el narrador de Cercas llama real. Soldados de Salamina intenta ser lo que ya intentaron en su momento Jorge Aguilar Mora y el mismo Roberto Bolaño, una novela que hable del proceso de investigación y construcción de un momento histórico. Los resultados son ambiguos, la distinción entre verdad e invención siempre será problemática. Trueba respeta la parte testimonial de novela, pero nutre la anécdota con una figura femenina (en vez de la figura del mismo Cercas, que investiga, para escribir, la identidad de un soldado republicano que perdonó la vida del poeta falangista Sánchez Mazas). Este virage ficcionaliza aún más la historia y restituye una visión de lo femenino más interesante que en la novela de Cercas. Quizá esta es de las pocas ocasiones en donde la película resulta más interesante que el libro que la hizo nacer.
Jano pertenece a una generación de españoles poco interesados por la memoria histórica, pero creo que los dos disfrutamos en Soldados de Salamina esa ambigüedad en la que las interpretaciones maniqueas se diluyen.

jueves, abril 06, 2006

Los tres entierros del sábado


Para matar un tarde de sábado nos fuimos Jano y yo al cine. Hemos tenido que negociar las películas, a cada uno nos toca elegir una: él elige las de acción y yo las de arte. A veces coincidimos al elegir y a esa la damos por descontada de la lista. Este sábado me llevé a Janito a ver Los tres entierros de Menquiades Estrada. Uno no debería de ver las películas después de fueron premiadas, espera uno demasiado de ellas. Ni siquiera puedo decir si me gustó, a pesar de que Janito de tanto en tanto me decía muy discretamente: "Seguro que la estáis disfrutando". Él se refería al disfrute que todo mexicano debería de sentir al ver a un oficial de la border patrol perder la dignidad y sufrir el castigo justo por haber matado a un "espalda mojada". Sí, debo de reconocer que no sentí ninguna pena por el oficial, pero por otro lado me parece que hay muchas cosas más que discutir sobre la migración. Me pregunto cómo la verían los norteamericanos, menospreciada como ha sido en los premios del circuito hollywodense. A Janito le gustó y aunque andaba con un malestar de cuerpo, aguantó como buen madrileño la prueba.