domingo, abril 16, 2006

Salamina y sus soldados


Nos enviaron a Jano y a mí ya hace unos meses una dotación de dvds variopintos. Venía entre ellos Soldados de Salamina de David Trueba, una película estrenada en el 2003. En su momento la había dejado pasar por culpa de todas las cintas que me he zampado sobre la Guerra Civil Española. No dejó de sorprenderme este intento de Trueba de unir el presente y el pasado en la responsabilidad de recordar. La novela en que se basa la película había alcanzado el siempre incómodo lugar de "más vendido" (uno nunca sabe si ha alcanzado ese lugar por muy bueno o por muy malo). Vi la película los primeros días de enero, me dejó un buen sabor de boca y hasta hace unas semanas no me volvió a reververar la idea de escribir algo sobre la película y el libro. Compré la novela y la leí con un poco de desencanto. Me pareció que tenía sus momentos, pero que no lograba la unidad y la coherencia necesarias para considerarla notable. Un novelista siempre pone ante sus lectores una tesis y en el caso de Javier Cercas, ésta se diluye en frases que por alguna extraña razón no se sienten suyas. David Trueba, creo, hizo ajustes bastante interesantes a la historia. Volvió mujer al narrador y quitó la presencia del escritor chileno Roberto Bolaño, que aparece en el último capítulo de la novela de Cercas (haberlo puesto en la figura de un actor habría caricaturizado la película). Trueba asume la ficción ante un relato que el narrador de Cercas llama real. Soldados de Salamina intenta ser lo que ya intentaron en su momento Jorge Aguilar Mora y el mismo Roberto Bolaño, una novela que hable del proceso de investigación y construcción de un momento histórico. Los resultados son ambiguos, la distinción entre verdad e invención siempre será problemática. Trueba respeta la parte testimonial de novela, pero nutre la anécdota con una figura femenina (en vez de la figura del mismo Cercas, que investiga, para escribir, la identidad de un soldado republicano que perdonó la vida del poeta falangista Sánchez Mazas). Este virage ficcionaliza aún más la historia y restituye una visión de lo femenino más interesante que en la novela de Cercas. Quizá esta es de las pocas ocasiones en donde la película resulta más interesante que el libro que la hizo nacer.
Jano pertenece a una generación de españoles poco interesados por la memoria histórica, pero creo que los dos disfrutamos en Soldados de Salamina esa ambigüedad en la que las interpretaciones maniqueas se diluyen.

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